“De esa es de la que
tú no quieres hablar”. De aquella chica que veías todos los días y ni te dabas
cuenta de que existía, hasta que, un día, de repente, comenzasteis a hablar y
os convertisteis en inseparables, pero, por razones ya irrelevantes al fin y al
cabo, las cosas cambian.
Esa chica era genial, sin embargo tú ya no hablas, pareces
callado aunque en realidad no has tenido más cosas que decir nunca.
Sí, papá, pero, ¿Y esa?. - Esa, hijo mío, es la única carta
que tengo de aquel relojero de la ciudad que, misteriosamente, desapareció la
víspera del día de difuntos el año que llegue a esta casa. En la carta, que él
mismo escribió, contaba, que aquella noche, un hombre vestido con una túnica
negra fue hasta su taller y que, segundos después, apareció muerto. Y desde
entonces, su alma estaría junto a la última persona que hubiera cogido aquella
carta. Y yo, la solté como si de una bomba se tratara.
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