Este texto lo hicimos con ayuda de un cuadro y con las palabras y frases que aquel cuadro nos reflejaba.
Se mira al espejo, observa una imagen diferente, distorsionada, no es él.
Ve una cara sin rostro, como un ser oscuro, incapaz de sacar su mayor sentimiento a la luz.
Nadie sabe si es la realidad, el pasado, el futuro, simplemente, ya no importa.
Es un sueño, una pesadilla algo que nuestro cerebro quiere ocultar y a la vez quiere hacérnoslo saber. Nuestro cerebro, está enjaulado y sólo nosotros sabemos controlarlo, un deseo, su sueño reflejado en aquella imagen.
Teníamos que llevar un poema sobre la literatura y yo escogí éste.
La literatura
es una extraña maquina
que traga,
que absorbe todos los placeres
todos los acontecimientos de la vida.
Los escritores
son vampiros.
(Bernard-Menritevy)
En aquella pared del metro, sucia por el hollín, se encontraba aquella extraña pintura.Éste es el primer autorretrato que hicimos en clase.
Una chica, de mediana estatura, pelo rizado, castaño claro. Sus ojos marrones reflejan sus miedos, sus temores, una tristeza que día a día va desapareciendo,o, quizá ocultándose, una sonrisa, a veces fingida y otras tantas real, como cuando sueltas todo el aire en una carcajada.
Una mente llena de dudas, ideas, preguntas,y, probablemente intentos de solucionar algunos problemas que sólo ella sabe.
Poco a poco más fuerte, poco a poco más distante.
Alguien sensible, con miedo a expresar sus emociones y opiniones, algo, que, probablemente, se haya transformado con el tiempo en timidez y en no querer que la gente te vea tal y como eres. Al fin y al cabo, una simple chica de 15 años.
¡Ah vale!, inglés, ¿Qué? ¿Y si mañana no estuviera?
Estuche, movimiento, respirar profundo ahora mismo.
Viaje. Fin de semana. Madrid ¿escribir? Bolígrafo moviéndose.
Punto.
El siguiente autorretrato es él mismo que el de la entrada anterior pero de forma abstracta y libre.
Caras ocultas, personalidad invertida, que tu vida sea como una montaña rusa, tan rápido como sube, baja. Las casualidades son las que marcan nuestras vidas. El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.
Es como tener dos caras, la verdadera y acomplejada, la visible y libre.
Pregúntate si estás en el lugar correcto, siendo lo que eres para que tu futuro sea como realmente quieres.
Éste texto lo hicimos de forma automática intentando no pensar en nada.
Puerta, ruido, tarde, verla, no me apetece ir, quiero estar allí.¡Ah vale!, inglés, ¿Qué? ¿Y si mañana no estuviera?
Estuche, movimiento, respirar profundo ahora mismo.
Viaje. Fin de semana. Madrid ¿escribir? Bolígrafo moviéndose.
Punto.
Nos pusieron por grupos de 4, a mi me pusieron con Ramon, Melania y Manuel. Nos tocó hacer un retrato divino de algún personaje famoso y decidimos hacerlo de Brad Pitt.
Es un hombre bueno, amable, un actor muy profesional.
Es una persona normal a pesar de su fama. Uno de los mejores actores de su época. Muchas mujeres envidian a su esposa por haberlo encontrado. Se le considera uno de los prototipos de hombre perfecto.
Ha trabajado con los mejores actores y directores, los cuales afirman ser muy afortunados por tenerle en su equipo de rodaje. Sus padres dicen estar muy orgullosos de él. Én su mejor época se le consideró el Dios del cine. Es solidario y trabaja con diferentes ONGs e incluso tiene la suya propia. Es uno de los actores más oscarizados del mundo.
Nos tocó hacer un retrato de la persona que tuviéramos al lado, en mi caso, fue Ramón, y me tocó hacer un retrato cotilla de él.
Ramón es una persona muy particular. Por su actitud y manera de colocar las cosas en la mesa es una persona meticulosa. Es una persona reservada, alguien cauto, animado y decidió.
Tiene muy claras sus ideas. Para su edad, aparenta ser maduro y creo que le da mucha importancia a la amistad y es serio.
Teníamos que hacer un minirelato o algo por el estilo con la frase: "aparentemente callado"
Sentado, pensativo, la mirada fija en cualquier punto mientras, a su al rededor hay una conversación que no para de fluir.
Me gusta la Navidad, las tardes de manta y peli con el sonido de una fuerte tormenta de fondo.
Me gustan las noches estrelladas, las lunas llenas y el frío. La soledad del paseo mientras pienso.
Me gusta la nieve y su pureza con su blanco nuclear.
Me gusta reír con mi hermana, pasar el día y ver a mi sobrino, que siempre sonríe y te transmite su felicidad constante.
Me gusta ver a mi hermano, su decisión y sus aventuras y ver cómo le encanta hablar sobre las cosas nuevas que ha hecho.
Me gusta llegar a clase por la mañana y ver a Duvi sonriendo o esas miradas entre nosotras cuando pensamos lo mismo y no paramos de reír.
Me gustan las clases de Natividad y Rafa y cómo nos hacen reflexionar sobre temas que nunca nos habíamos planteado.
Me gut¡sta sentir que le importo a todo aquel con quien esté hablando.
Me gusta ponerme "sentimental" y querer gritarle al mundo mis ideas.
Me gusta viajar, Japón, su orden y el budismo.
Recordar viejos tiempos, y hablar con Laura cuando la distancia nos impidió vernos.
Me gusta ver a mis padres felices y las tardes que paso con mi madre.
Me gusta la música, ir con mi hermana en el coche y cantar juntas las canciones de Iván Ferreiro.
Me gustan las opiniones de Pedro y su música "rara".
Me gusta hablar con Sharon y ayudarla cuando no se sabe expresar.
Me gusta rearme de tonterías e imaginar un futuro cercano.
Me gusta ver a ciertas personas con sus movimientos simples pero bellos.
Me gusta el sol y su calor, Sevilla y sus procesiones, Madrid y su gente.
Me gusta el ruido de las olas chocando contra las rocas y quedarme pensando a la orilla del mar.
No me gustan los pensamientos malos, ni la gente que habla sin decir nada porque al final son un simple murmullo de fondo en la vida.
No le encuentro sentido a los tópicos ni a los estereotipos solo nos impiden aceptar las cosas diferentes y especiales.
No me gustan los gritos, ni la gente que se hace notar demasiado.
Odio sentirme sola aun estando rodeada de mucha gente.
No me gustan los pensamientos ni comentarios destinados a hacer daño a la gente.
Y odio no poder llorar cuando lo necesito.
Me encanta ver sonreír a mi padre cuando está orgulloso de mi y pasar las mañanas de sábado con él como cuando era pequeña.
Me gusta ser capaz de vivir mi propia vida.
Me gustan los abrazos que tiemblan, que lloran, que sonríen y cierran los ojos, la paz de las palabras amables, los besos cariñosos, el amor y los sentimientos reales.
Me gusta sentarme sola, y escribir hasta que no encuentras palabras.
Me gustan las tardes de viernes y pasar el rato con Aitana mientras nos decimos "pasto" mutuamente y haciendo el tonto, me gustan sus consejos, sus abrazos, sus miradas y ella entera.
Pasear escuchando música entre la gente.
Me gusta la actitud romántica cuando Rocío no se atreve a hacer algo.
Me gustan los movimientos de Laura y las sonrisas que nunca acaban, que son libres.
Me gusta estar sola en mi casa y escuchar música a todo volumen mientras bailo.
Me gusta apreciar a la gente, y sentirme apreciada. Las risas de gente que no conozco.
Me gustan las bromas de Sergio y cómo Silvia te da consejos. Me gustan los consejos de Andrea aunque no suelte nunca el móvil.
Me encantan las conversaciones por "WhatsApp" en las que alguien te hace sonreirle a a pantalla como tonta y recibir vídeos de mi sobrino cuando menos te lo esperas.
Me gusta este momento, escribir y evadirme mientras de fondo, la gente hace deporte y grita.
Me gusta la ropa la moda y los pantalones.
Me gusta que nadie me hable cuando estoy enfada, y así, poder apreciar el silencio.
Me gusta que la gente que me quiere me de un abrazo cuando saben que estoy mal aunque yo no lo quiera reconocer.
Me gusta sentarme en el suelo y ver cómo pasa la gente.
Me gusta el azul, el morado y el rosa pero se apreciar el negro.
No me gustan las noches de insomnio cuando no puedo hacer nada porque se supone que debería estar durmiendo.
Me gusta leer, las fotos y ser diferente.
Odio que la gente se guíe por ideologías políticas o de cualquier tipo.
Paris, Londres y otras ciudades europeas maravillosas.
Me Gusta viajar en familia, los siete, aunque en el próximo viaje seremos ocho con el pequeñín de Pablo.
Me gusta Estados Unidos, los aeropuertos y la gente variada.
Me gusta mi parte fría, hacer surf y evadirme.
Hablar, hablar por los codos.
Me gusta ver a Jesús ilusionado y conseguir entender a Pablo cuando me intenta explicar algo pero no encuentra las palabras adecuadas.
Me gusta la timidez de Laura y poder ayudarla.
Me gustan los ojos marrones.
Me gustan las sorpresas y los detalles que me hacen sonreír.
La mirada pícara de Óscar en informática cuando busca mi mirada para que le diga algo y así no se aburra.
No me gusta la gente que no sabe opinar ni dar consejos.
No me gustan las cosas en exceso ni que me obliguen a actuar de la manera que supuestamente es la correcta.
Odio las bromas de mal gusto.
Me gusta planear las cosas y odio no saber qué decisión tomar.
Me gusta descubrir música nueva que se asemeje al momento en el que vivo.
Me gusta el agua, su transparencia y su temperatura cuando está templada.
Me gusta andar, escribir cómo me siento y moverme.
El olor a libro nuevo y a chocolate con leche.
Me gusta escuchar los problemas de cualquier persona.
Me gusta reírme de mi misma cuando soy patosa y contemplar como me miran y sonríen.
Me gusta poder arroparme cuando tengo frío y saltar cuando estoy alegre.
No me gusta que me miren demasiado.
Me encantan los desayunos y el café caliente con mis amigos cuando hace frío.
Me gusta el dulce y odio la incertidumbre.
Adoro sonreír sin razón y a la nada.
Me gusta salir los sábados y pasar tiempo arreglándome aunque no tenga mucho sentido.
Pero ante todo, me gusta mi vida.
Tal día como hoy, hace veinte años, la conocí, aquella dulce muchacha rubia, de ojos castaños, a simple vista indiferente, invisible. Y yo, solo, desolado, sin poder creer que había estado viviendo en una mentira durante tanto tiempo. De mis ojos brotaban lágrimas, lágrimas frías como el hielo, y agridulces, como cuando después de tu infancia descubres que los reyes magos no existen y, a pesar de saber que te has hecho mayor, sientes que te han estado engañando. Así era mi vida, así me sentía yo aquel veinte de enero, en el que acudí a aquella fiesta absurda con motivo del cumpleaños de Ezequiel. Seguía sin saber por qué había ido, seguía sin querer estar ahí, pero, Cristina llevaba intentando convencerme varias semanas y, tras su insistencia me pareció mal no acompañarla.
Ella había estado a mi lado desde el primer momento, y, por alguna razón, era la única que siempre sabía cómo me sentía realmente.
Quizás, esa fue la razón por la que nos unía un vínculo realmente fuerte, incapaz de romperse por nada del mundo, o al menos, eso creíamos.
Yo, estaba sentado en un rincón, agazapado detrás del sofá al calor de la lumbre. Creí que así nadie se percataría de mi existencia. Pero, a los pocos minutos llegó ella, me miró fijamente y se sentó a mi lado. No dijo nada, ni una palabra, sólo disfrutaba del silencio de la música de aquel lugar. De repente, habló, sus palabras sonaron como una brisa cálida para mi corazón helado. No sé si sus palabras tenían mucho sentido , un único "¿bailamos?" que, simultáneamente causó en mí una cascada de sentimientos, como un haz de luz que ni tan sólo yo podía explicar.
Solo me dejé llevar, me levanté y le di la mano. Era Cristina, mi amiga del alma, la chica con la que había pasado horas y horas hablando de cualquier cosa, a quien le había confesado mis más profundos secretos y que, ahora, me había hecho sentir tanto con una estúpida palabra.
Yo ya no controlaba mi cuerpo, me lancé a un abismo de luces y sombras y, sin pensar en las consecuencias, la besé, me perdí en su tímida sonrisa, admiré como nunca había admirado su silencio, y, entonces me di cuenta de que nunca la había conocido, que me había pasado años viviendo en mi pasado, sin darme cuenta de que, ante mis ojos, tenía a una persona maravillosa, que siempre había estado a mi lado y, sin embargo yo había sido incapaz de verla, nunca la había conocido. Y fue ahí, en ese instante, cuando la vi por primera vez, mientras, de fondo sonaba aquella canción rock que me recordaba a ti.

Me gusta, no me gusta.
Nueva York y sus rascacielos, la ciudad y su indiferencia, la noche y sus luces.Me gusta la Navidad, las tardes de manta y peli con el sonido de una fuerte tormenta de fondo.
Me gustan las noches estrelladas, las lunas llenas y el frío. La soledad del paseo mientras pienso.
Me gusta la nieve y su pureza con su blanco nuclear.
Me gusta reír con mi hermana, pasar el día y ver a mi sobrino, que siempre sonríe y te transmite su felicidad constante.
Me gusta ver a mi hermano, su decisión y sus aventuras y ver cómo le encanta hablar sobre las cosas nuevas que ha hecho.
Me gusta llegar a clase por la mañana y ver a Duvi sonriendo o esas miradas entre nosotras cuando pensamos lo mismo y no paramos de reír.
Me gustan las clases de Natividad y Rafa y cómo nos hacen reflexionar sobre temas que nunca nos habíamos planteado.
Me gut¡sta sentir que le importo a todo aquel con quien esté hablando.
Me gusta ponerme "sentimental" y querer gritarle al mundo mis ideas.
Me gusta viajar, Japón, su orden y el budismo.
Recordar viejos tiempos, y hablar con Laura cuando la distancia nos impidió vernos.
Me gusta ver a mis padres felices y las tardes que paso con mi madre.
Me gusta la música, ir con mi hermana en el coche y cantar juntas las canciones de Iván Ferreiro.
Me gustan las opiniones de Pedro y su música "rara".
Me gusta hablar con Sharon y ayudarla cuando no se sabe expresar.
Me gusta rearme de tonterías e imaginar un futuro cercano.
Me gusta ver a ciertas personas con sus movimientos simples pero bellos.
Me gusta el sol y su calor, Sevilla y sus procesiones, Madrid y su gente.
Me gusta el ruido de las olas chocando contra las rocas y quedarme pensando a la orilla del mar.
No me gustan los pensamientos malos, ni la gente que habla sin decir nada porque al final son un simple murmullo de fondo en la vida.
No le encuentro sentido a los tópicos ni a los estereotipos solo nos impiden aceptar las cosas diferentes y especiales.
No me gustan los gritos, ni la gente que se hace notar demasiado.
Odio sentirme sola aun estando rodeada de mucha gente.
No me gustan los pensamientos ni comentarios destinados a hacer daño a la gente.
Y odio no poder llorar cuando lo necesito.
Me encanta ver sonreír a mi padre cuando está orgulloso de mi y pasar las mañanas de sábado con él como cuando era pequeña.
Me gusta ser capaz de vivir mi propia vida.
Me gustan los abrazos que tiemblan, que lloran, que sonríen y cierran los ojos, la paz de las palabras amables, los besos cariñosos, el amor y los sentimientos reales.
Me gusta sentarme sola, y escribir hasta que no encuentras palabras.
Me gustan las tardes de viernes y pasar el rato con Aitana mientras nos decimos "pasto" mutuamente y haciendo el tonto, me gustan sus consejos, sus abrazos, sus miradas y ella entera.
Pasear escuchando música entre la gente.
Me gusta la actitud romántica cuando Rocío no se atreve a hacer algo.
Me gustan los movimientos de Laura y las sonrisas que nunca acaban, que son libres.
Me gusta estar sola en mi casa y escuchar música a todo volumen mientras bailo.
Me gusta apreciar a la gente, y sentirme apreciada. Las risas de gente que no conozco.
Me gustan las bromas de Sergio y cómo Silvia te da consejos. Me gustan los consejos de Andrea aunque no suelte nunca el móvil.
Me encantan las conversaciones por "WhatsApp" en las que alguien te hace sonreirle a a pantalla como tonta y recibir vídeos de mi sobrino cuando menos te lo esperas.
Me gusta este momento, escribir y evadirme mientras de fondo, la gente hace deporte y grita.
Me gusta la ropa la moda y los pantalones.
Me gusta que nadie me hable cuando estoy enfada, y así, poder apreciar el silencio.
Me gusta que la gente que me quiere me de un abrazo cuando saben que estoy mal aunque yo no lo quiera reconocer.
Me gusta sentarme en el suelo y ver cómo pasa la gente.
Me gusta el azul, el morado y el rosa pero se apreciar el negro.
No me gustan las noches de insomnio cuando no puedo hacer nada porque se supone que debería estar durmiendo.
Me gusta leer, las fotos y ser diferente.
Odio que la gente se guíe por ideologías políticas o de cualquier tipo.
Paris, Londres y otras ciudades europeas maravillosas.
Me Gusta viajar en familia, los siete, aunque en el próximo viaje seremos ocho con el pequeñín de Pablo.
Me gusta Estados Unidos, los aeropuertos y la gente variada.
Me gusta mi parte fría, hacer surf y evadirme.
Hablar, hablar por los codos.
Me gusta ver a Jesús ilusionado y conseguir entender a Pablo cuando me intenta explicar algo pero no encuentra las palabras adecuadas.
Me gusta la timidez de Laura y poder ayudarla.
Me gustan los ojos marrones.
Me gustan las sorpresas y los detalles que me hacen sonreír.
La mirada pícara de Óscar en informática cuando busca mi mirada para que le diga algo y así no se aburra.
No me gusta la gente que no sabe opinar ni dar consejos.
No me gustan las cosas en exceso ni que me obliguen a actuar de la manera que supuestamente es la correcta.
Odio las bromas de mal gusto.
Me gusta planear las cosas y odio no saber qué decisión tomar.
Me gusta descubrir música nueva que se asemeje al momento en el que vivo.
Me gusta el agua, su transparencia y su temperatura cuando está templada.
Me gusta andar, escribir cómo me siento y moverme.
El olor a libro nuevo y a chocolate con leche.
Me gusta escuchar los problemas de cualquier persona.
Me gusta reírme de mi misma cuando soy patosa y contemplar como me miran y sonríen.
Me gusta poder arroparme cuando tengo frío y saltar cuando estoy alegre.
No me gusta que me miren demasiado.
Me encantan los desayunos y el café caliente con mis amigos cuando hace frío.
Me gusta el dulce y odio la incertidumbre.
Adoro sonreír sin razón y a la nada.
Me gusta salir los sábados y pasar tiempo arreglándome aunque no tenga mucho sentido.
Pero ante todo, me gusta mi vida.
Aquel 20 de enero.
"SI SE VIVE PENSANDO EN EL PASADO SE PIERDE EL DÍA DE HOY"Tal día como hoy, hace veinte años, la conocí, aquella dulce muchacha rubia, de ojos castaños, a simple vista indiferente, invisible. Y yo, solo, desolado, sin poder creer que había estado viviendo en una mentira durante tanto tiempo. De mis ojos brotaban lágrimas, lágrimas frías como el hielo, y agridulces, como cuando después de tu infancia descubres que los reyes magos no existen y, a pesar de saber que te has hecho mayor, sientes que te han estado engañando. Así era mi vida, así me sentía yo aquel veinte de enero, en el que acudí a aquella fiesta absurda con motivo del cumpleaños de Ezequiel. Seguía sin saber por qué había ido, seguía sin querer estar ahí, pero, Cristina llevaba intentando convencerme varias semanas y, tras su insistencia me pareció mal no acompañarla.
Ella había estado a mi lado desde el primer momento, y, por alguna razón, era la única que siempre sabía cómo me sentía realmente.
Quizás, esa fue la razón por la que nos unía un vínculo realmente fuerte, incapaz de romperse por nada del mundo, o al menos, eso creíamos.
Yo, estaba sentado en un rincón, agazapado detrás del sofá al calor de la lumbre. Creí que así nadie se percataría de mi existencia. Pero, a los pocos minutos llegó ella, me miró fijamente y se sentó a mi lado. No dijo nada, ni una palabra, sólo disfrutaba del silencio de la música de aquel lugar. De repente, habló, sus palabras sonaron como una brisa cálida para mi corazón helado. No sé si sus palabras tenían mucho sentido , un único "¿bailamos?" que, simultáneamente causó en mí una cascada de sentimientos, como un haz de luz que ni tan sólo yo podía explicar.
Solo me dejé llevar, me levanté y le di la mano. Era Cristina, mi amiga del alma, la chica con la que había pasado horas y horas hablando de cualquier cosa, a quien le había confesado mis más profundos secretos y que, ahora, me había hecho sentir tanto con una estúpida palabra.
Yo ya no controlaba mi cuerpo, me lancé a un abismo de luces y sombras y, sin pensar en las consecuencias, la besé, me perdí en su tímida sonrisa, admiré como nunca había admirado su silencio, y, entonces me di cuenta de que nunca la había conocido, que me había pasado años viviendo en mi pasado, sin darme cuenta de que, ante mis ojos, tenía a una persona maravillosa, que siempre había estado a mi lado y, sin embargo yo había sido incapaz de verla, nunca la había conocido. Y fue ahí, en ese instante, cuando la vi por primera vez, mientras, de fondo sonaba aquella canción rock que me recordaba a ti.
RELATO A PARTIR DE UNA FOTO.
Un trazo fino, aunque literalmente abstracto.
De él se pueden sacar muchas conclusiones y opiniones a raíz de muchos puntos de vista.
Se apreciaban palabras minuciosamente escritas, "Far away", lejos, tan lejos que puedas expresarte pensó el mientras lo escribía.
Todo era blanco y negro, polos opuestos capaces de expresar las dos caras de la moneda pero que a la vez se atraían como dos potentes imanes y así poder formar el color gris. En el centro de la imagen se encontraba un chico joven, probablemente de unos 16 años.
Tenía la mirada perdida, estaba concentrado frente a su pequeño cuadernillo blanco con su boli bic en la mano mientras escuchaba música a través de los cascos que estaban conectados a su smartphone, el cual, yacía sobre su rodilla.
En aquella pared del metro de Londres, cerca de Trafalgar Square pasaban miles de personas cada día, de todas las nacionalidades, opiniones, alturas e ideas.
Cuando Damon dibujó aquello jamás imaginó que fuera a ser su mayor símbolo, que conseguiría tener millones de fans a lo largo y ancho del planeta y que le seguirían la pista a aquel oscuro y misterioso personaje tras el cual se ocultaba.
Fue un simple acto de rebeldía, cuando cogió por primera vez sus sprays y comenzó a plasmar sus ideas delicadamente pero con rapidez sobre aquella superficie rugosa y sucia.
Ir contra las reglas. una actitud "romántica" como le enseñó aquel profesor de literatura chiflado mientras pasaba por su más dura y tormentosa etapa de la adolescencia.
Quería representarse a sí mismo, que todos le vieran a él en realidad.
La única forma por la que era relativamente capaz de expresarse era así, con sus graffitis en lugares emblemáticos de cualquier ciudad del mundo y lo único que era capaz de afirmar era: "Lo que para la mayoría es un acto vandálico para mí es un arte".
Muchas eran las ideas que quería trasmitir a través de sus imágenes pero probablemente la más importante era su afán de enseñarle a los futuros artistas del arte callejero a no tener miedo a expresarse en cualquier lugar y de cualquier forma y tener la valentía de ir contra las normas teniendo la astucia suficiente para no ser descubierto. Pero, sobre todo quería hacerle ver al mundo que con cualquier tontería como una frase escrita en la pared de cualquier edificio público puedes encontrar tu verdadera vocación y debes luchar por ella sin importarte lo que opinen o ordenen los demás.
¿QUÉ ES LO BELLO? ¿QUÉ ES BELLEZA?
Para mi, la belleza puede estar en cualquier parte, desde algo tan inmaterial como una idea hasta algo tan real como una persona.
Quizás sea complicado saber desde la opinión propia qué es la belleza máxima, porque piensas en montones de cosas que te gustan, que te ilusionan y te fascinan.
Siendo sincera, quizás si que sepa lo que es la belleza, o no, no lo se, pero tengo una ligera idea. En cualquier caso no sabría como explicarlo, porque buscándole explicación le quitaría su parte de belleza y no me gustaría, a mi lo que me hace vibrar de esa belleza es ese algo que no puedo explicar ni contar a nadie.
Finalmente, he decidido contaros un pequeño momento que aunque, probablemente no sea la belleza máxima si que, para mi, es belleza:
"Todo tuvo lugar en 2007, por aquellos años solíamos hacer viajes en familia sin importar la época del año, ni el momento, ni el lugar. Debido a mi temprana edad no era consciente de todo lo que estaba viviendo en aquel viaje. El tercer, o cuarto día no lo recuerdo muy bien, fuimos al Rockefeller Centre para admirar la pista de patinaje sobre hielo que hay ante ese edificio gigante, que parece que en cualquier momento vaya a romper el cielo, al fondo, la famosa estatua con sus ángeles, y sobre la pista, decenas de personas patinando y haciendo grandes piruetas ¡Cómo si patinar por esa superficie resbaladiza fuera tan sencillo!
Aquella epoca del año, en ese extremo del mundo suele ser muy fría, y en el momento en el que llegue a esa plaza, comenzaron a caer finos copos de nieve como los bailarines del lago de los cisnes y sus movimientos deslizantes sobre nosotros. Mientras, de fondo sonaba ese "New York, New York" de Sinatra, tan característico de esa ciudad.
Para mí, ese, como otros, fue un momento de belleza porque puedes sentir algo material e inmaterial a la vez, convirtiéndose ante ti en un segundo.
En una época tan mágica como la navidad es imposible no hacerlo, es imposible no soñar.
Una ciudad que no conocías y crees que es imposible sentir, salvo en ese momento en el que no importan las personas que haya allí, simplemente dejas de estar, para ser. Y es justo en ese instante cuando la sentí, y me hice partícipe de ella, en ese segundo, yo era Nueva York.
Quizás sea complicado saber desde la opinión propia qué es la belleza máxima, porque piensas en montones de cosas que te gustan, que te ilusionan y te fascinan.
Siendo sincera, quizás si que sepa lo que es la belleza, o no, no lo se, pero tengo una ligera idea. En cualquier caso no sabría como explicarlo, porque buscándole explicación le quitaría su parte de belleza y no me gustaría, a mi lo que me hace vibrar de esa belleza es ese algo que no puedo explicar ni contar a nadie.
Finalmente, he decidido contaros un pequeño momento que aunque, probablemente no sea la belleza máxima si que, para mi, es belleza:
"Todo tuvo lugar en 2007, por aquellos años solíamos hacer viajes en familia sin importar la época del año, ni el momento, ni el lugar. Debido a mi temprana edad no era consciente de todo lo que estaba viviendo en aquel viaje. El tercer, o cuarto día no lo recuerdo muy bien, fuimos al Rockefeller Centre para admirar la pista de patinaje sobre hielo que hay ante ese edificio gigante, que parece que en cualquier momento vaya a romper el cielo, al fondo, la famosa estatua con sus ángeles, y sobre la pista, decenas de personas patinando y haciendo grandes piruetas ¡Cómo si patinar por esa superficie resbaladiza fuera tan sencillo!
Aquella epoca del año, en ese extremo del mundo suele ser muy fría, y en el momento en el que llegue a esa plaza, comenzaron a caer finos copos de nieve como los bailarines del lago de los cisnes y sus movimientos deslizantes sobre nosotros. Mientras, de fondo sonaba ese "New York, New York" de Sinatra, tan característico de esa ciudad.
Para mí, ese, como otros, fue un momento de belleza porque puedes sentir algo material e inmaterial a la vez, convirtiéndose ante ti en un segundo.
En una época tan mágica como la navidad es imposible no hacerlo, es imposible no soñar.
Una ciudad que no conocías y crees que es imposible sentir, salvo en ese momento en el que no importan las personas que haya allí, simplemente dejas de estar, para ser. Y es justo en ese instante cuando la sentí, y me hice partícipe de ella, en ese segundo, yo era Nueva York.
SITUACIÓN DE VIOLENCIA (VERSIÓN CUENTO).
Pasos agigantados a gran velocidad, masas y masas de gente, inmóvil, frenética.
Todos caían como piezas de dominó, sin hablar, sin gritar, solo huían. Los niños estaban asustados. Estoy segura de que nadie sabía que eran las cuatro de la mañana, vi que estaban en el puente de Triana. Nadie sabía de qué huía, no recordaban los disparos. El tiempo ya había parado.
Se creó un ambiente egoísta, por un instante todos pensaban en sí mismos. Hasta que "pasó la tormenta".
Las pistolas desaparecieron, huyeron y, te das cuenta de que estás solo, solo ante el silencio de no saber qué está pasando.
Cierras los ojos y la escena se repite una y otra vez, te quita el sueño.
Y llega el día siguiente, desayunas churros y compras el periódico, ves el telediario, te informas. Un asesinato, una reyerta, un atentado, un suicidio. Tal y como tú creías.
Todos caían como piezas de dominó, sin hablar, sin gritar, solo huían. Los niños estaban asustados. Estoy segura de que nadie sabía que eran las cuatro de la mañana, vi que estaban en el puente de Triana. Nadie sabía de qué huía, no recordaban los disparos. El tiempo ya había parado.
Se creó un ambiente egoísta, por un instante todos pensaban en sí mismos. Hasta que "pasó la tormenta".
Las pistolas desaparecieron, huyeron y, te das cuenta de que estás solo, solo ante el silencio de no saber qué está pasando.
Cierras los ojos y la escena se repite una y otra vez, te quita el sueño.
Y llega el día siguiente, desayunas churros y compras el periódico, ves el telediario, te informas. Un asesinato, una reyerta, un atentado, un suicidio. Tal y como tú creías.
POEMA SURREALISTA.
Un atardecer.
Una botella de vino.
Recuerdos de una noche,
que no quisimos recordar.
Que vaga como distante pluma,
sin tintero, sin letras.
Que dejen huella,
de una historia ya olvidada.
Una botella de vino.
Recuerdos de una noche,
que no quisimos recordar.
Que vaga como distante pluma,
sin tintero, sin letras.
Que dejen huella,
de una historia ya olvidada.
EXCURSIÓN A TOMELLOSO.
- Importancia de los espacios.
- Distribución de los cuadros.
- Importancia del arte en un pueblo.
-Depende. + ¿De qué depende? - De según cómo se mire todo depende.
En realidad, todo depende de como se mire.
Necesitamos manos, manos para observar, para que no haga falta luz, ni ojos, para que no nos engañen.
Manos para que nos guíen aún estando perdidos.
La vida, no está para vivirla solos, está para vivirla solos, en compañía.
Vida, mi propia vida, ya no es mía, mi vida, está formada por todos. Como una musa en el desierto que aparece ante mi y ya no quiero llegar al centró, me quedo a un lado. Ocultándonos ambas ante dos paredes, observando los ojos de aquel que mira bajo la incertidumbre de no saber lo que está pasando. Y entonces me asusto, y me encojo, ya solo puedes ver mis piernas, atrapadas bajo mis brazos. Brazos, ese hogar tuyo, tu tranquilidad al no poder oír a las serpientes de tu pensamiento.
Cada una es diferente, cada puerta abre unas vidas, unas historias, como pinceladas de recuerdos, de miedos, de sueños.
Hasta que pasa el tiempo, y te das cuenta de que estás en el centro, dibujando tu propio cerebro.
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