jueves, 21 de noviembre de 2013

RELATO A PARTIR DE UNA FOTO.

En aquella pared del metro, sucia por el hollín, se encontraba aquella extraña pintura.
Un trazo fino, aunque literalmente abstracto.
De él se pueden sacar muchas conclusiones y opiniones a raíz de muchos puntos de vista.
Se apreciaban palabras minuciosamente escritas, "Far away", lejos, tan lejos que puedas expresarte pensó el mientras lo escribía.
Todo era blanco y negro, polos opuestos capaces de expresar las dos caras de  la moneda pero que a la vez se atraían como dos potentes imanes y así poder formar el color gris. En el centro de la imagen se encontraba un chico joven, probablemente de unos 16 años.
Tenía la mirada perdida, estaba concentrado frente a su pequeño cuadernillo blanco con su boli bic en la mano mientras escuchaba música a través de los cascos que estaban conectados a su smartphone, el cual, yacía sobre su rodilla.
En aquella pared del metro de Londres, cerca de Trafalgar Square pasaban miles de personas cada día, de todas las nacionalidades, opiniones, alturas e ideas.
Cuando Damon dibujó aquello jamás imaginó que fuera a ser su mayor símbolo, que conseguiría tener millones de fans a lo largo y ancho del planeta y que le seguirían la pista a aquel oscuro y misterioso personaje tras el cual se ocultaba.
Fue un simple acto de rebeldía, cuando cogió por primera vez sus sprays y comenzó a plasmar sus ideas delicadamente pero con rapidez sobre aquella superficie rugosa y sucia.
Ir contra las reglas. una actitud "romántica" como le enseñó aquel profesor de literatura chiflado mientras pasaba por su más dura y tormentosa etapa de la adolescencia.
Quería representarse a sí mismo, que todos le vieran a él en realidad.
La única forma por la que era relativamente capaz de expresarse era así, con sus graffitis en lugares emblemáticos de cualquier ciudad del mundo y lo único que era capaz de afirmar era: "Lo que para la mayoría es un acto vandálico para mí es un arte".
Muchas eran las ideas que quería trasmitir a través de sus imágenes pero probablemente la más importante era su afán de enseñarle a los futuros artistas del arte callejero a no tener miedo a expresarse en cualquier lugar y de cualquier forma y tener la valentía de ir contra las normas teniendo la astucia suficiente para no ser descubierto. Pero, sobre todo quería hacerle ver al mundo que con cualquier tontería como una frase escrita en la pared de cualquier edificio público puedes encontrar tu verdadera vocación y debes luchar por ella sin importarte lo que opinen o ordenen los demás.

viernes, 8 de noviembre de 2013

AQUEL 20 DE ENERO.

"SI SE VIVE PENSANDO EN EL PASADO SE PIERDE EL DÍA DE HOY"

Tal día como hoy, hace veinte años, la conocí, aquella dulce muchacha rubia, de ojos castaños, a simple vista indiferente, invisible. Y yo, solo, desolado, sin poder creer que había estado viviendo en una mentira durante tanto tiempo. De mis ojos brotaban lágrimas, lágrimas frías como el hielo, y agridulces, como cuando después de tu infancia descubres que los reyes magos no existen y, a pesar de saber que te has hecho mayor, sientes que te han estado engañando. Así era mi vida, así me sentía yo aquel veinte de enero, en el que acudí a aquella fiesta absurda con motivo del cumpleaños de Ezequiel. Seguía sin saber por qué había ido, seguía sin querer estar ahí, pero, Cristina llevaba intentando convencerme varias semanas y, tras su insistencia me pareció mal no acompañarla.
Ella había estado a mi lado desde el primer momento, y, por alguna razón, era la única que siempre sabía cómo me sentía realmente.
Quizás, esa fue la razón por la que nos unía un vínculo realmente fuerte, incapaz de romperse por nada del mundo, o al menos, eso creíamos.
Yo, estaba sentado en un rincón, agazapado detrás del sofá al calor de la lumbre. Creí que así nadie se percataría de mi existencia. Pero, a los pocos minutos llegó ella, me miró fijamente y se sentó a mi lado. No dijo nada, ni una palabra, sólo disfrutaba del silencio de la música de aquel lugar. De repente, habló, sus palabras sonaron como una brisa cálida para mi corazón helado. No sé si sus palabras tenían mucho sentido , un único "¿bailamos?" que, simultáneamente causó en mí una cascada de sentimientos, como un haz de luz que ni tan sólo yo podía explicar.
Solo me dejé llevar, me levanté y le di la mano. Era Cristina, mi amiga del alma, la chica con la que había pasado horas y horas hablando de cualquier cosa, a quien le había confesado mis más profundos secretos y que, ahora, me había hecho sentir tanto con una estúpida palabra.
Yo ya no controlaba mi cuerpo, me lancé a un abismo de luces y sombras y, sin pensar en las consecuencias, la besé, me perdí en su tímida sonrisa, admiré como nunca había admirado su silencio, y, entonces me di cuenta de que nunca la había conocido, que me había pasado años viviendo en mi pasado, sin darme cuenta de que, ante mis ojos, tenía a una persona maravillosa, que siempre había estado a mi lado y, sin embargo yo había sido incapaz de verla, nunca la había conocido. Y fue ahí, en ese instante, cuando la vi por primera vez, mientras, de fondo sonaba aquella canción rock que me recordaba a ti.